Un país con anteojeras
Las
anteojeras son un adminículo que se les coloca a los caballos,
fundamentalmente los que andan en el tránsito, para que puedan ver para
adelante solamente. No pueden ver para los costados y consecuentemente
asustarse o distraerse con todo lo que pasa a su alrededor.
Con tristeza y con enorme afecto por los profundos lazos que tiene el
que escribe con Argentina y los argentinos, parecería que alguien le ha
puesto anteojeras a ese pueblo tan voluble pero a la vez tan afectuoso
con sus primos orientales.
Argentina en manos de su actual gobierno va al despeñadero. Lo peor, que
es el mismo despeñadero que vivieron durante los gobiernos del Gral.
Perón, de los militares del proceso y de los tecnócratas como Frondizi o
los políticos poco avezados como de De La Rúa y su comandita.
Argentina es un país de extremos en muchas cosas. También lo es en
materia económica. Altos picos de gran prosperidad seguidos de
hecatombes y desastres económicos provocados por imprevisión, corrupción
y falta de coherencia a nivel político.
También es cierto que Argentina por decirlo de alguna manera 'mete' dos
cosechas buenas de lo que sea, hace caja, y sus problemas parecen
desaparecer.
Desaparecen efectivamente sus problemas financieros mas acuciantes pero
sus grandes dramas de fondo, de estructura, se mantienen a través de los
años, pareciera sin importar el gobierno que esté en el poder.
Enormes inequidades sociales, corrupción a una escala asombrosa,
verdaderos feudos políticos dentro de su estructura federal, permanente
desorden en las cuentas públicas, la evasión fiscal como deporte
nacional y lo peor, una permanente actitud de buscar soluciones fáciles
a problemas difíciles cosa que por definición no existe.
Total, creen ellos o sus gobernantes de turno, que son ricos y cualquier
problema pueden generar una cortina de humo internacional con la
cuestión de las Islas Malvinas.
Eso justamente es lo que hacen actualmente. Lo cual por desgracia a su
vez hace sospechar a cualquier observador que los problemas actuales de
Argentina son mucho mayores de lo que ellos admiten.
Nuestros primos parece que han dejado caer su país en manos de un
grupúsculo de ineptos que entre otras cosas se han embarcado en
políticas draconianas para evitar la fuga de divisas y peor parecen
ensayar por enésima vez la fracasada política de la sustitución de
importaciones haciendo caso omiso de tratados internacionales, la lógica
y el sentido común.
Enquistan en el poder a personajes tan oscuros como el Sr. Moreno
Secretario de Comercio quien acostumbra negociar con un revólver encima
de la mesa o permiten que un pequeño grupo cercano al poder se
enriquezca en forma obscena siempre y cuando mantenga su obsecuencia a
ese poder.
Todos conocemos los nombres, están todas las semanas en las revistas del
corazón cuando no en Uruguay o Miami buscando destino para sus fondos
mal habidos.
Para colmo pareciera que la viuda Kirchner ha puesto el manejo de la
publicidad del estado, que representa decenas si no cientos de millones
de dólares en manos del grupúsculo político de su hijo, que representa
lo más cerril, lo más nihilista y probablemente lo más incapaz del
peronismo actual.
El nombre del grupo de Máximo Kirchner, es así que se llama el botija,
rememora el nefasto dentista Cámpora quien como primera medida de su
cortísima presidencia de la década del 70 liberó a todos los presos de
la cárcel de Devoto, tanto guerrilleros como comunes.
Este fue el primer paso a la hecatombe del gobierno de los militares con
su infame costo en vidas y miserias de todo tipo.
Tan bajo ha caído el gran país hermano y vecino que la revista más leída
por las clases directrices del mundo entero,' The Economist' ya no
publica ni maneja estadísticas provenientes del gobierno argentino por
creerlas falaces y poco serias.
Más grave quizás es que empresas serias de ese país no proveen datos a
The Economist sino disfrazadas y desde el anonimato. Tal es el miedo al
gobierno que se ha instalado en la Argentina.
Argentina parece caer nada más por ineptitud y su legado de corrupción a
escala inimaginable en una especie de aislamiento que afianza con trabas
a la importación, una clara política de sustitución a las importaciones
y crecientes dificultades para los traslados al exterior de sus
ciudadanos.
El problema es que el país caiga en un espiral vicioso descendiente de
parches económicos, pérdida de competitividad internacional y la
consecuente fuga de capitales que ya se percibe.
Todo esto sin fin a la vista.
Este camino claramente equivocado hará mucho daño pero lo más grave, es
que, de seguirlo indefinidamente, Argentina abrirá las puertas a algún
salvador aún desconocido pero que posiblemente lleve a ese gran país por
caminos más inciertos aún que los actuales.
Un país que endiosa a un jugador de fútbol brillante pero nada más, más
bien mucho menos, un país que aún sueña con la demagogia de Perón que lo
llevó a la situación actual, un país que da por cierto una mentira
repetida un millón de veces como lo es la cuestión de las Islas Malvinas
o Falkland difícilmente sea viable en democracia en el mediano plazo,
quizás ni en el cercano.
Es una enorme pena. Argentina es un gran país con gobernantes que ni
tienen ni han tenido la habilidad ni la estatura para manejar su
compleja estructura federal quizás desde la presidencia de Roca.
Potencialmente nuestros primos de allende el plata son de los ricachones
del planeta. El problema es que básicamente lo toman como derecho y no
como obligación de bien administrar lo que la historia y el azar les
dio.
Es de temer que si los argentinos no se sacan de una vez las anteojeras
y miran para todos lados y no solamente en una dirección la historia y
la realidad, como suelen hacer, los embestirá sin piedad.
El desparramo será grande, probablemente más que otras veces porque hay
mucho más en juego.
El desparramo, como siempre, llegará a nuestras costas amplificado por
el tamaño relativo de nuestras economías. Costará seguramente superar
sus consecuencias.
Mientras que nuestros primos muy hermanos no enderecen el rumbo
deberíamos abrir nuevos horizontes y ampliar actuales.
Colombia, Brasil y Chile parecen tres buenos socios, ni que hablar de
Angola, Nigeria y los otros países de la costa oriental del continente
africano.
Argentina y Venezuela parecen entrar en períodos de gran inestabilidad.
Sería conveniente prever esto y afinidades culturales, afectivas o
políticas aparte procurar insertar a nuestro país en otros circuitos
comerciales, menos cíclicos que los de nuestros supuestos compañeros de
ruta ideológicos, o, al menos mas previsibles.
Mientras tanto, roguemos que de una vez los argentinos se quiten las
anteojeras, dejen de ser un riquísimo país de segunda, pongan su casa en
orden y ocupen su debido lugar en el concierto de las naciones.
Ya son grandes, ya es tiempo de que maduren. Michael Castleton
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